viernes, 7 de agosto de 2015

Comentario Teatral "LADIES NIGHT" Mario Ojeda




LADIES NIGHT, una noche sin verguenza, de los autores Anthony McCarten y Stephen Sinclair traducida al español y adaptada a una versión local por el actor Alfredo Espinosa




La presentación está a cargo la actriz y los actores Rosa Isabel Bodero (Sharon), Eduardo "Mosquito" Mosquera (Charly), Christoph Baumann (Germán), Pablo Aguirre (El Papi), Alex Altamirano (Rambo), Alfredo Espinosa (Cris), y José Enrique Pacheco (Nelson).

Vestuario: Sara Constante / Escenografía: Mauricio Revelo / Coreografía: Francisco Ordóñez / Asistencia de dirección y montaje técnico: Elí Benson / Asistencia de Producción: Catalina Gomezjurado / Dirección: Christoph Baumann / Producción General: José Enrique Pacheco.

Al Ver el afiche anunciando la obra en la Creperola del Patio de Comedias, la gente se imaginaba un obra teatral picaresca, mezcla de sal quiteña y ají rocoto para un bockwurst alemán, alrededor de una portentosa muchacha en paños menores, volviendo locos a todos.
Sin duda el título de la obra en inglés y una fotografía de 6 tipos envueltos en sus toallas frente a una generosa naturaleza femenina produce efectos en el público.

Una señora de edad, mientras tomaba café decía: “Ni muerta pues ….voy a estar gastando para ver a estos huesos”.  El marido con el café hirviendo en la boca contestaba, “Uy hijita, has de hablar rápido pues, yo ya compré las entradas nomás!…. La Señora replicó… , “claro pues… cuándo no ?…. con tal de ver lluchas…! Viejo sátiro !.

Sin embargo el inicio de la obra nos presenta una violenta escena en la que Charly en el rol de cantante de rock ha protagonizado un gresca con el público que se ha dado cita a su espectáculo. Junto a sus amigos y compañeros de aventuras y desventuras libra una bronca callejera de la cual salen todos mal parados aunque vociferan alardeando su machismo.

Poco a poco el público del Patio de Comedias va ingresando en la historia que esta obra nos cuenta y va identificando las vidas y problemática que los personajes atraviesan.

Cinco quiteños y un gringo, (en realidad alemán) de distintas edades, se encuentran desempleados y desalentados por los fallidos intentos de emprender jugosos negocios que sólo han servido para despertar un profundo sentimiento de fracaso y agobio.

El punto de encuentro de esta jorga es un establecimiento especie de cantina, salón de baile y escenario de artistas populares, cuyo dueño, Papi, sin dejar de permitir el lazo de amistad que los une, vela por el interés comercial del lugar y su funcionamiento.

Le proponen a Papi conformar un espectáculo de streptees para mujeres, tal como lo hacen los Machocaleños, con la diferencia de que éstos chullas quiteños no son salidos del closet.

En el forcejeo de la negociación, la relación de amistad sufre los embates de las pequeñas rencillas propias de los seres que hacen del grupo su fortaleza para dar la cara a la pobreza y marginalidad, pero a la vez, es el espacio donde la ironía y el comentario de triple sentido hace constante radiografía de las flaquezas y vilezas humanas.

Así el público llega a conocer que Charlie está casado con una mujer que sale con otros hombres cada vez que éste se descuida, que Germán bebe con mucha frecuencia y está dispuesto a abandonar al grupo por un pequeño salario en un trabajo estable encontrado en Carapungo. Que Rambo cuida celosamente la imagen de sus pectorales como profesor de educación física para niños y que Nelson se sabe débil y simple.

Cris el sexto,  es quien genera las aventuras comerciales, los enriquecimientos ilusorios y el liderazgo hacia el triunfo, pero lleva en sus hombros el fracaso de todos, especialmente el suyo.

Si también ha fracasado la esperanza de ganar buen dinero haciendo de Charli cantante de rock, ahora se atisba la esperanza de que gracias a la curiosidad y morbo femenino, ellos, puedan convertirse en artistas del streptees, para lo cual convencen a Papi acerca del formidable negocio que se puede establecer en su local, en pleno barrio de la Michelena.

Papi, evidenciando que no existe posibilidad de que se logre formar ningún trazo artístico ni remiendo de espectáculo siquiera, entre estos cinco amigotes, propone la ayuda de una bailarina para que los dirija.

La presencia de esta rodada vedette criolla cambia el rumbo de los acontecimientos pues impone una exigencia estética a la corporalidad de estos plazuelas. Les obliga a ensayar y a producir coreografías en las que demuestren sensualidad provocativa dirigida a mujeres.

A través de esta necesidad comercial se evidencian los prejuicios y miedos que estos machos quiteños tienen, hasta el punto en que momentos antes de iniciar su estreno deciden renunciar a sus esfuerzos.

La bailarina que ya ha dejado en el camino a Cris en sus deseos de invitarle a una guatita romántica, pero si ha cedido ante el golazao que el gordo Nelson le ha hecho, se enfrenta a la cobardía de estos hombres.

Les demuestra que todo ese alarde de machismo solo esconde miedo de demostrarse auténticos frente a las mujeres e ignorancia de lo que significa amar o seducir a una mujer.
Llega el gringo borracho a provocar a sus amigos, sin embargo éstos lo meten a la ducha para que se enfríen los ánimos.

El gringo sale de la ducha con una toalla cubriendo sus montes cámbricos de músculo olvidado y se incorpora al espectáculo que resulta un verdadero éxito.

La obra original fue escrita a partir del largometraje Full Monty del inglés Simon Beaufoy. Estrenada en 1998 la historia nos presenta tres profundos y emocionantes dramas humanos amplificados y convertidos en arte a través de la magia de la comedia.

El desempleo provocado por el cierre de las industrias metalúrgicas en Inglaterra arrincona a los seres entre la desesperación y la lucha por la sobrevivencia, llevando a sus protagonistas al borde del suicidio, a la mentira sistemática para ocultar la desocupación, al hurto y a la posible pérdida de la relación padre-hijo.

La concepción artística de Full Monty hace de ésta una historia de importantes conflictos humanos  por ello produce personajes intensos y un argumento emocionante.

Ladies Night que viene a ser como su nieta en cambio, es una historia de situaciones, en la que no existen conflictos humanos profundos o en su defecto, no son tratados con la densidad suficiente como para incidir en la dramaturgia total de la obra. 

El personaje que más cerca se encuentra a un conflicto humano contundente es Charlie sin embargo no llega a desarrollarlo. Los demás se muestran casi idénticos de principio a fin. La obra pasa en medio de sus vidas pero no los modifica, ni ellos modifican a la obra.

Por esta razón los personajes de Ladies Night se construyen sobre la base del gag cómico y no  sobre su vinculación orgánica con el contenido de la obra en su conjunto.

Visto desde el otro lado se podría decir que los personajes se encuentran atrapados por el gag cómico, convirtiéndose éste en el personaje principal.

El juego de doble intención en los textos, la burlas mutuas entre compinches y los modismos idiomáticos quiteños siempre tan vivaces y graciosos, conforman el lenguaje principal de la obra, al que el público se somete con placer instantáneo y fugaz.

En los otros lenguajes la puesta en escena es realista, especialmente en el corporal, pues todos los movimientos de los casi personajes, son expresión de su estado de ánimo o intención coyuntural. Ninguna corporalidad pretende más de lo que su expresión verbal ya indica. El cuerpo simplemente ratifica lo que ya el texto lo dijo, produciendo constante reiteración de lenguajes y contenidos. Permanentemente el gag se apoya en este elemento.

Llama la atención el recurrente gesto de acercamiento violento con ademán de posible intercambio de golpes. Este gesto es tan repetitivo que hacia la mitad de la obra se vuelve vacío de todo contenido, lo cual en el teatro es un suicidio.

Siendo el gag cómico el sostén estructural de la obra, requiere de actores duchos en el oficio para mantener la atención permanente del público y éste elenco lo logra con absoluta perfección.

Aún cuando el tipo de gag es el mismo en todos, sin variedad en su propia estructura, es suficiente para divertir a una audiencia despreocupada de su contenido.

Toda comedia es acumulación de cultura. Todo lo que pasa dentro de la estética de una comedia es potenciación plena de los más significativos rasgos culturales de una sociedad y de sus gentes.

Lo cultural representa, denuncia y alimenta al personaje de comedia, y a pesar de las miles de formas de expresar creativamente lo cómico,  esta característica de potencia cultural contenida en los personajes y en la historia de comedia, otorga veracidad a la trama y a los mismos personajes.

Al ser el gag el protagonista de Ladies Night lo cultural queda expuesto a la aventura de aciertos y desaciertos expresivos de los actores, cuyo propósito principal es hacer reír, sin consecuencia con una construcción de significados culturales prioritarios en la obra.

Lo cultural queda en soledad de sus representantes cómicos y su dimensión se vuelve pasajera como la risa del público.

Por ello a pesar de la bien cohesionada acción dramática a lo largo de toda la obra, siempre falta el vuelo imaginativo de la trama. El espectador sabe lo que va a suceder anticipadamente, lo novedoso consiste nuevamente en el gag.

La obra teatral cómica debe forzar al artista a ser creativo en sumo grado a la hora de la creación del personaje, una vez que se inicia la vida de la obra frente al público, se le debe forzar al intérprete a una serie de renuncias creativas en favor de la perfecta funcionalidad del todo estético que es la obra.

La elaboración del personaje y sus textos es artesanía en su construcción y arte en su interpretación frente al público. Pero arte no solo del gag o del personaje sino de la obra en su conjunto.

El chiste es la formación de pequeñísimas piezas teatrales, mini obras diríamos, con sus respectivos significados y significantes. Si uno o varios personajes se lanzan al atractivo de la constante improvisación, deben estar seguros de que su impulso creativo no desvirtúe al conjunto de símbolos con los cuales la obra cuenta para ser arte.

La obra en su conjunto al no tener fuerza dramática debido a la carencia de significados por resolver o restaurar, se desliza tenue en el mundo emocional del público pero rico en condimentos del lenguaje verbal.

La escena final no dejará de ser recordada por el público porque es la única en la que hay un lenguaje corporal sistemáticamente creado para favorecer al todo y es justamente allí donde los personajes ganan veracidad y estética.

Ladies Night está vivita y coleante, debe seguir produciendo éxito taquillero, ¡En buena hora!.
Ahora le toca a la fuerza de la cultura irrumpir sin pedir permiso y embellecer de raíz lo que ya existe.